Como cada año desde hace 29, el Instituto de Investigaciones Económicas (IIE) de la Bolsa de Comercio de Córdoba presentó el Balance de la Economía Argentina (BEA). Por las características particulares de este período -crisis económica y año electoral- habrá sucesivas ediciones en el año, con lo que por primera vez en su historia el BEA será representativo de un bienio.
En medio de una alta incertidumbre económico-financiera y con el ministro Sergio Massa renegociando nuevamente el acuerdo del país con el Fondo Monetario Internacional (FMI), los economistas del IIE señalan que el esfuerzo fiscal para alcanzar cualquier meta fiscal que se redefina, “deberá ser mayor, justo en un año electoral donde esos esfuerzos no suelen hacerse”.
A ese panorama se suma que, aun habiendo renegociado la meta de acumulación de reservas del Banco Central, los problemas para ingresar divisas siguen.
Guido Sandleris, ex presidente del Banco Central y asesor estratégico del IIE, señala que la “falta de credibilidad del gobierno, la escasez de reservas y la aceleración de la inflación” hacen que la situación actual “sea muy endeble” y que los riesgos de un “agravamiento de la crisis con una devaluación desordenada y una llamarada inflacionaria han crecido”.
Para el economista resulta “increíble” que el país se esté quedando sin reservas en el Banco Central cuando los términos de intercambio están en niveles récord: “No hay cantidad de dólares que alcancen para que este esquema de política económica sea sostenible”. Añade que la sequía complicó más el panorama y aceleró los problemas ya que por exportaciones de oleaginosas y cereales ingresarán aproximadamente US$20.000 millones menos que el año pasado”.
Sandleris estima que el Central tiene aproximadamente US$ 500 millones de reservas internacionales netas que alcanzan para cubrir “menos de una semana de importaciones”. Respecto de qué hará el gobierno para evitar quedarse sin reservas, proyecta que seguirá tratando de “evitar una devaluación abierta brusca del tipo de cambio oficial (los dólares especiales son devaluaciones sectoriales encubiertas). Así, en los próximos días veremos más dólares especiales, más cepo cambiario (restricciones a pagos que tengan que hacer las empresas, al dólar ahorro) y más restricciones a las importaciones”.
El BEA indica que la expectativa es de una política monetaria y cambiaria que sostengan el atraso del tipo de cambio real, por lo que el sector externo -muy afectado por la sequía y las restricciones al acceso al dólar- sufrirá un nuevo embate. La balanza comercial, según las previsiones contenidas en el REM, pasaría a aportar solamente US$3.000 millones frente a los US$7.000 millones del 2022 (y de los US$15.000 millones en 2019 y 2021, por ejemplo).
Frente fiscal
En materia fiscal, el director del IIE, Ariel Barraud apunta que el resultado fiscal es el “origen en gran parte” del resto de las distorsiones. El año pasado hubo un resultado primario negativo del 2,4% del PIB, con lo que se cumplió la meta con el FMI pero usando una “serie de artilugios contables, como la contabilización de rentas por emisiones primarias de deuda, la recaudación de retenciones por el dólar soja I y II, y el anticipo extraordinario de Ganancias”, que mejoraron las cuentas por el lado de los ingresos.
Por el lado del gasto, diciembre mostró subejecución, que pudo confirmarse “claramente” en enero. Barraud aporta que los datos del primer trimestre del año marcan “amplias dificultades” desde el punto de vista fiscal: “La caída real de los ingresos transparenta que ya no se cuenta con los extras que hubo en 2022 (ni aun con el dólar soja III); y el gasto ajusta en términos reales gracias a la inflación. De todos modos, teniendo en cuenta la estacionalidad de los últimos seis años, los datos del primer trimestre se encaminan a un déficit primario del 3,6% del PBI para todo el año si no hay cambios de política fiscal”. La meta con el FMI es del 1,9%
Empleo, nivel de actividad
Un segmento del BEA está focalizado en el ingreso de los trabajadores y el mercado laboral. El crecimiento que se observó en el empleo y la estabilidad de la tasa de desempleo en el 2022 tuvo por detrás la creación de empleo de baja calidad y una disminución de los salarios en términos reales impulsada por la creciente inflación del período.
De hecho, lograr la generación de empleo de calidad es uno de los desafíos para este año, a la vez que el nivel de ingresos no podrá recuperarse en tanto la inflación siga acelerándose. En función de la medida hasta marzo (acumuló +21,1% en el trimestre), se prevé que continuará el deterioro del poder adquisitivo de los asalariados.
La retribución real total de la economía medida por el Indec cayó en enero un 3,4% interanual, mientras que otro indicador salarial relevante como el RIPTE reportado para febrero mostró una nueva caída (del 4%).
Actividad económica e inflación
Los primeros datos de este año, en general, confirman la performance negativa de la actividad con la que cerró el 2022. El IIE espera una caída de entre 3% y 4% y refiere que las expectativas del REM apuntan a una baja del 2,7% (mediana), incluyendo mínimos del 4%.
Fabio Ventre, subdirector del IIE, describe que la actividad llegó a un “pico” en agosto pasado y en diciembre cerró por debajo del promedio del año: “El PBI siguió cayendo durante el verano. Se cumple la regla de que una vez que hay dos trimestres de caída hay recesión. La Argentina está en recesión y entendemos que continuará en el segundo semestre por la sequía con lo que se llegará a las elecciones en estas condiciones”.
En el primer trimestre de este año la inflación se aceleró promediando 6,8% mensual, cifra que anualizada equivale a 120%. La mediana de la anual esperada para diciembre es del 110% con máximos del 121%, números que -de mantenerse los niveles observados en el primer trimestre- serían superados con holgura.
El economista plantea que el país “superó” el fenómeno de la estanflación (estancamiento más inflación). “Estamos en recesión y no solo hay inflación, sino que cada vez se dispara más. Las expectativas están sin ancla porque no hay plan económico -incluso el Gobierno ‘vendió’ esa idea como una ventaja- ni un plan anti inflacionario. Aun las proyecciones optimistas ya no apuntan a un 100% anual, sino a 110%. En el IIE consideramos que superará ese valor. Es un síntoma de lo desequilibrada que está la macro”.
Qué dejó el 2022
El BEA repasa algunas de las principales variables económicas del 2022, cuando se registró un crecimiento del PIB del 5,2%. Sin embargo, durante el último cuatrimestre la actividad se contrajo en buena medida ligados al estricto control de importaciones para sostener el bajo nivel de reservas internacionales.
En lo que respecta a la aceleración de la inflación indica que prácticamente duplicó su valor anual respecto al del 2021, y quedó en niveles récord para, en los últimos meses, continuar su dinámica alcista.
Otra de las variables clave del año 2022 fue el nivel récord de los términos del intercambio que convivió con crecientes restricciones a las importaciones: “El saldo positivo en la balanza de bienes fue contrarrestado por un balance negativo en el intercambio de servicios y el ingreso primario. El 2022 cerró así con un déficit de la cuenta corriente de US$3.800 millones, frente al superávit de US$6.800 millones registrado en 2021”.
Destacan que a mitad del 2022 se produjo la crisis con epicentro en el mercado de deuda local que generó la renuncia de dos ministros de economía para dar paso a la conducción actual del ministerio por parte de Sergio Massa.
En lo que hace a las cuentas públicas nacionales, el resultado primario 2022 mostró al mismo tiempo una reducción del déficit como porcentaje del PIB y el cumplimiento de las metas acordadas con el FMI. Se logró porque, a pesar de que los ingresos computables para el resultado cayeron 0,2% del PIB, el gasto primario ajustó 0,8% del Producto.
Plantea que por los intereses de la deuda por 1,8% del PIB, el déficit fiscal total (que los incluye) fue equivalente a un 4,2% del Producto. En la segunda mitad del año la financiación directa del BCRA al Tesoro se cortó (no así la indirecta a través de compras del Central en el mercado secundario).
El informe describe que Economía recurrió a la otra fuente de financiamiento del déficit que es el endeudamiento: el stock de la deuda bruta de la Administración Central Nacional creció en US$33.330 millones respecto al verificado al cierre de 2021, un tercio del cual fue en dólares mientras que los dos tercios restantes fueron emitidos en pesos.
Sin embargo, ya al cierre del 2022 se empezaron a verificar las dudas en cuanto al refinanciamiento de la deuda de corto plazo, siendo el preludio de las políticas de canje instrumentadas en 2023 para rebajar los vencimientos o trasladarlos a períodos post electorales.