En el contexto de la producción agropecuaria en Argentina, las mediciones precisas y constantes de precipitación y humedad del suelo se han vuelto una herramienta esencial para optimizar la gestión de los cultivos.
El clima de Argentina, caracterizado por su diversidad, ha experimentado en las últimas décadas una creciente baja en los patrones de precipitación. A esta situación general, se suma un fenómeno cada vez más frecuente: la variabilidad espacial de la lluvia dentro de una misma unidad productiva. Es común que, parcelas situadas a pocos kilómetros de distancia presentan diferencias notables en la cantidad de lluvia recibida. Esta disparidad puede tener un impacto significativo en la toma de decisiones relacionadas con el manejo de cultivos, la aplicación de fertilizantes y el control de plagas, entre otros aspectos.
Medir la precipitación de manera localizada permite a los productores obtener una visión más detallada y precisa de las condiciones en cada una de sus parcelas. Esto es fundamental para adoptar prácticas de manejo más eficientes, como la siembra en función de la disponibilidad de agua y humedad en el suelo o la planificación del riego, entre otras. Asimismo, la información detallada sobre estas variables en diferentes puntos del campo puede contribuir a un uso más racional y sustentable de los recursos, minimizando distintos riesgos.
“La importancia de medir la precipitación y, consecuentemente, la humedad del suelo en múltiples puntos de un mismo campo se vuelve evidente cuando se consideran las consecuencias de no hacerlo. La falta de información precisa puede llevar a decisiones basadas en promedios generales que no reflejan la realidad de cada parcela, lo que puede resultar en la subutilización o sobreutilización de insumos, afectando negativamente productividad y costos, como también el medio ambiente”, afirma el Ing. Federico Ferraro titular de Omixom, empresa especializada en desarrollo de estaciones meteorológicas.
En conclusión, en un escenario de creciente incertidumbre climática, la medición detallada con datos propios es recomendada y hasta necesaria. Esta metodología permite a los productores adaptar sus estrategias de manejo a las condiciones reales de cada área de su establecimiento, optimizando los recursos y maximizando la eficiencia y la sostenibilidad de sus operaciones. La capacidad de adaptarse a las variaciones micro-climáticas que dentro de un mismo campo se presentan, será un factor determinante para el éxito.
“En estos últimos años, pasando por una sequía sostenida, las precipitaciones fueron un tema crítico para el agro en diversas regiones del país. Con muchos productores y asesores avanzamos en esta iniciativa y el concepto de incorporar una red propia de pluviómetros y sensores de humedad conectados bajo tecnología Wi-Fi o GPRS, con información en tiempo real y estadísticas propias de cada establecimiento. Logramos con éxito incorporar esta tecnología que requiere generar un vínculo particular, pues se convierte en una herramienta clave para nuestros clientes”, finaliza el Ing. Ferraro.