En medio de un contexto de estabilidad cambiaria, el ministro de Economía, Luis Caputo, parece haber ganado una pulseada clave al contener la escalada de los dólares financieros que inquietó a mediados de año. La situación actual muestra una reducción en la brecha cambiaria, y el riesgo país descendió a alrededor de 1.100 puntos básicos. No obstante, persisten preocupaciones sobre un posible atraso cambiario, alimentadas por la percepción de que Argentina es costosa en dólares, lo que se evidencia en el aumento de viajes de argentinos a Brasil y tours de compras a Chile.
Caputo ha rechazado insistentemente la posibilidad de una devaluación abrupta, argumentando que esto aceleraría la inflación, cuyo control es la prioridad del Gobierno. Sostiene que la apreciación del peso es un efecto secundario de la recuperación económica, y que la competitividad vendrá impulsada por políticas de desregulación, reducción de aranceles y eliminación de ciertos impuestos. El índice de tipo de cambio real multilateral (TCRM) elaborado por el Banco Central muestra un nivel de 85,49 puntos, similar al de períodos históricos de atraso cambiario que, eventualmente, fueron seguidos de ajustes.
A pesar de las advertencias sobre la pérdida de competitividad, el mercado no espera una devaluación en el corto plazo. Los contratos de dólar futuro siguen en línea con el mensaje oficial y no anticipan eventos disruptivos. Aunque el análisis teórico ajustado por inflación sugiere que el dólar debería estar más alto, el Banco Central parece enfocado en moderar el ritmo de ajuste mensual, manteniendo la suba en 2% y evaluando un posible recorte al 1% mensual, buscando con ello reducir la llamada “inflación inducida”.