Apenas 2 de cada 10 compañías en Argentina tienen como CEO a una mujer. La labor de las emprendedoras es clave para inspirar y empoderar a otras, así como abrir nuevos espacios.
La estadística es demoledora: de acuerdo con el reporte Women in Business Management, solo 2 de cada 10 compañías con operaciones en Argentina tiene como CEO a una mujer. En contraparte, más de 50% de las empresas que implementaron iniciativas de diversidad e igualdad de género aseguraron que estos programas generaron un aumento de 15% en sus beneficios económicos.
El mundo de los negocios es, quizá, uno donde las mujeres han hecho los mayores esfuerzos para eliminar los sesgos de género y romper el techo de cristal, esa barrera invisible, pero real, que les impide crecer personal y profesionalmente.
No es algo exclusivo de Argentina. Un estudio realizado por la consultora Grant Thornton encontró que, a nivel mundial, apenas 31% de los puestos de alta dirección están en manos de mujeres, manteniéndose presente y abierta una brecha de género muy importante en las compañías.
Mujeres que rompen el techo
En un contexto adverso para el desarrollo de las mujeres en el mundo de los negocios, destaca la labor de María Alexandra Tamayo y Pamela Scheurer, dos emprendedoras latinoamericanas que quieren inspirar a otras mujeres.
María Tamayo es una emprendedora colombiana que fundó NanoPro, una compañía especializada en biotecnología y cuidado del agua. A su vez, la labor de Pamela Scheurer ha sido clave en Nubimetrics, una startup enfocada en big data y comercio electrónico.
En entrevista con Alejandro Anderlic, director de Asuntos de Gobierno para Latinoamérica de Salesforce, en el marco de la serie “Trailblazers Latinoamericanos”, María Tamayo y Pamela Scheurer coinciden en que el camino del emprendimiento no es sencillo.
“Desde joven muchas personas me decían que estudiar ingeniería era de hombres, que pensara en algo que fuera más para mujeres, pero jamás lo consideré”, explicó Tamayo.
En América Latina, la participación de las mujeres en actividades de emprendimiento tiene un gran rezago. De hecho, en esta región, la tasa media de intenciones que tienen las mujeres en cuanto a iniciar un negocio es de apenas 15%, una cifra menor que en otras partes del mundo, de acuerdo con el Monitor de Emprendimiento Global.
En un contexto así, a Scheurer la empujó su carácter rebelde. “A los 9 años me di cuenta de que me gustaban las computadoras, pero en su momento mi papá me dijo que la tecnología era cosa de hombres. Fue mi rebeldía la que me llevó a comenzar ese sueño”, explicó.
Carreras STEM y su deuda con las mujeres
Pamela y María Alexandra son parte del 35% de las mujeres que, según la UNESCO, estudian alguna carrera de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés).
El estudio “Mujeres en Ciencia y Tecnología: Cómo derribar las paredes de cristal en América Latina”, del CIPPEC y apoyado por Salesforce, muestra que, en la región, las mujeres ocupan apenas un tercio de los puestos de trabajo en esta rama.
La investigación sugiere profundizar tanto en las razones por las que las mujeres deciden no estudiar estas profesiones, como en los motivos por los que no logran contratarse.
En este sentido, el CIPPEC propone un plan de acción que incluye al sector público, la academia y la sociedad civil, a fin de elevar su participación. Hoy en día, se trabaja en tres países: Argentina, Brasil y México, y pronto se lanzará en Chile y Colombia. El objetivo es concientizar sobre las oportunidades que ofrecen estas carreras.
“Lo que buscamos desde Trailblazers Latinoamericanos no sólo es contar con charlas inspiradoras, sino hacer un llamado a la acción para acelerar un desarrollo sustentable inclusivo”, comenta Alejandro Anderlic.
Un desarrollo inclusivo y equitativo debe considerar la eliminación de los roles preestablecidos en la sociedad. De acuerdo con ambas emprendedoras, “cada uno debe poder decidir su futuro”.
En este camino, es clave visibilizar casos de éxito como los de Pamela Scheurer y María Alexandra Tamayo, los cuales son un enorme punto de partida para inspirar y empoderar no sólo a otras mujeres, sino a las generaciones más jóvenes; y para eliminar estereotipos que condicionan el desarrollo de la sociedad. Ya lo dice el proverbio chino: “la palabra convence, pero el ejemplo arrastra”.