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El laberinto de las horas extra

por | Jul 24, 2020

Poco a poco nos acostumbramos a decir y a escuchar que controlar las horas de trabajo no coincide con los valores o la cultura de una empresa, así como quienes plantean que la “eliminación de horarios” es una medida innovadora y cool, un logro y un grado de avance en el nivel de confianza entre líderes y equipos, entre jefes y empleados. Sin embargo, no medir el tiempo de trabajo puede significar un arma de doble filo tanto para la organización como para los trabajadores.

¿Horas extra?

En la historia mundial, significó todo un logro que los trabajadores puedan hacer valer sus derechos estableciendo un máximo de horas de trabajo para evitar la explotación laboral, las horas extra, y el trabajo, por así decirlo, 24/7.

Para ser más claros, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el exceso de horas trabajadas, así como los períodos inadecuados de descanso y recuperación, pueden ser nocivos para la salud de los trabajadores y aumentar los riesgos de accidentes laborales.

En marzo de 2019, el Gobierno español tuvo que implementar un decreto nacional que obligaba a todas las empresas a utilizar herramientas de registro de horarios, para evitar los conflictos que traía el hecho de no contabilizar horas extras -un 44% no se pagaban- y a una caída general de la productividad. De esta forma, pudieron evaluar correctamente las horas trabajadas, amparar a los empleados en sus cobros y fomentar la transparencia de la información dentro de cada empresa.

Es verdad que, al flexibilizar el horario laboral y medir el trabajo por resultados, existe la posibilidad de que trabajar menos algunos días no signifique un problema. Pero también es cierto que esta modalidad arrastra la necesidad de quedarse más tiempo cuando la coyuntura laboral lo requiere. Ahora bien, si nadie lleva un control de horas, ¿quién verifica que este beneficio realmente esté favoreciendo al trabajador?

¿Es la política de tu empresa que los empleados trabajen menos horas a cambio de mejores resultados? Entonces, es necesario medir el tiempo de trabajo para evaluar si el sistema está funcionando adecuadamente.

Más tiempo no significa más eficiencia

Una serie de estudios realizados por la OCDE establecen un ranking de acuerdo a la cantidad de horas semanales trabajadas en cada país. Esta información, junto a su PBI, ayuda a establecer los índices de productividad del mercado laboral en dicho país, es decir, la eficiencia de las personas que se encuentran trabajando.

Los datos demuestran que Latinoamérica es una de las regiones más afectadas debido a su baja productividad y bajo nivel de innovación. En este sentido, quizás sea un motivo suficiente para que las empresas empiecen a medir su productividad.

Además, la empresa que no lleva control horario se encuentra expuesta a dificultades o riesgos ante diversas situaciones, como la pérdida resultante de una mala cotización de las horas trabajadas, o la dificultad para medir tiempos de entrega de la prestación de sus servicios. También en un litigio empleado-empleador, ante la falta de pruebas de horas trabajadas, la ley otorga por válido lo que empleado afirma al respecto. Por otro lado, frente a ausencias o llegadas tarde injustificadas, que son causales de suspensión o despido, resultará muy difícil reunir recursos que justifiquen la sanción.

La productividad en las modalidades remotas

Existe una técnica, llamada “Smart Working”, que consiste en diseñar un espacio en el que conviven las herramientas tecnológicas, la flexibilidad horaria, la flexibilidad espacial y el trabajo en equipo. Pero esto no implica que el control de horas no sea necesario, por el contrario, significa que es compatible con las nuevas formas de organización laboral.  

De más está decir que el trabajo es una parte importante de nuestras vidas y que es el eje del reconocimiento y la autorrealización. Pero, como muchos sabemos, el tiempo es un recurso que no puede recuperarse.

Por lo tanto, resulta sumamente importante poner atención a los tiempos de trabajo. Invertir más o menos tiempo en nuestro trabajo puede mejorar o perjudicar nuestra calidad de vida, nuestro tiempo de descanso y nuestra economía. Y si estamos contentos, trabajaremos mejor.

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